El_juego

El juego

Era un lugar oscuro, fúnebre. Antiguos cuadros y viejas muñecas de trapo adornaban la descuidada habitación. El olor a encierro y la luz de los candelabros eran evidencia que para le tiempo aquel sombrío y apartado lugar había dejado de existir. A lo lejos perdido en la inmensidad de la noche… una mesa, dos personas y un juego que acababa de comenzar. El primero, el mas joven, imperturbable ante los ojos de su contrincante, respiro hondo y tomo sus cartas. Tenia miedo de perder pero lo disimulaba bien. Había mucho en juego sobre la mesa pero el sabia lo que hacia... conocía muy bien la reglas, sabia que cualquier indicio de duda le haría perder el juego. Observo sus cartas y estudio lo que la suerte le había preparado. De pronto, casi sin pensarlo, movió todas sus fichas al centro de la mesa y se detuvo... observo a su oponente y espero. Tenía un buen juego pero aun así era una jugada muy riesgosa y lo sabia. En su mano se veía un rosario... un rosario que apretaba con tanta fuerza que éste le había hecho una herida de la cual una delgada línea de sangre corría desde el interior de su mano hasta el gastado y polvoriento paño de la mesa...

En frente... un veterano misterioso escondido dentro de un viejo sobretodo. Su barba y gastado sombrero mantenían su identidad oculta. Su mirada ausente, sus ojos entreabiertos y un cigarro mal armado en su boca eran evidencia de su seguridad. Levanto su vista y lo miro como un león a su presa... luego, sin mirar sus cartas, sonrió. Lentamente comenzó a contar sus fichas hasta que llego a el monto que le joven había apostado... volvió a bajar su vista y las deposito en el centro de la mesa... El joven comenzó a dudar... pero nunca lo demostró. El silencio se hacia insostenible... el arrastrar de las cartas sobre el paño era todo lo que se escuchaba... El olor a tabaco quemado envenenaba el poco aire que todavía quedaba. Era el turno del joven... Tomo sus cartas, respiro hondo y las dejo en el centro de la mesa de forma que todos pudieran verlas. Su contrincante bajo su cansada vista haciendo que el inexperiente joven sonría un segundo antes de ver sus cartas... “Flor imperial” dice el anciano con su grave y carcomida vos mientras juntaba las fichas de la mesa. El juego había terminado antes de comenzar. Un escalofrío invadió su cuerpo, el silencio de sus palabras sepultaban sus esperanzas mientras todavía no daba crédito a lo que había ocurrido. "Conocía bien las reglas" dijo para si mismo... pero ya no había nada que hacer, había sido derrotado por su propia ambición... "No se puede contra el destino" dice el anciano mientras guardaba sus fichas en los rasgados bolsillos de su antiguo y polvoriento sobretodo. El joven levantó su vista y se limito a mirarlo como un bebe observa a su padre la primera vez que se ven. "Jugaste mal y lo sabes hijo... no se puede contra el destino..." repite el hombre mientras se para de la mesa con la visa perdida en la oscuridad de la habitación. Los segundos parecían horas, el sonido de aquel antiguo reloj de pared era todo lo que se escuchaba. El joven jugador seguía petrificado, sumergido en la desesperación del momento, inmóvil... con los puños apretados y la vista empapada en lagrimas observando como su oponente se hacia dueño de todos sus sueños. Ahora era solo cuestión de tiempo...

De pronto se despierta abruptamente, sobresaltado... tratando de inspirar la mayor cantidad de aire que sus pulmones puedan contener. Su corazón latía sin cesar amenazando con salirse de su pecho... Todo parecía indicar que no había sido mas que una terrible pesadilla... Palpó a su lado buscando a su esposa y futura madre de su hijo... pero todo lo que encontró fue un as de diamantes sobre una gran mancha de sangre. La tomo entre sus manos mientras un gélido escalofrío recorría su espalda... había sido una pesadilla? Se levantó rápidamente gritando el nombre de su esposa... pero su voz se perdía en el espeso silencio de la noche. Mientras bajaba las escaleras un lejano y apagado llanto proveniente del baño resquebrajaba la quietud de las sombras. Abre la puerta y la encuentra sentada al borde de la bañera, manchada con su propia sangre, mientras sus lagrimas limpiaban el piso. La abrazo con toda su fuerza y acompaño en el llanto durante toda la noche...

Con el correr de los años ese sueño se fue repitiendo. Algunas veces gano, otra no... pero lo que el nunca supo es que lo que estaba en juego aquella noche se encontraba en el vientre de su amada...



Postedo a las 15:42 del jueves, 14 de agosto de 2008