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Mi ventana

Mi ventana tiene algo en particular que me encanta. Puede ser el silencio que se tiene al abrirla o la perspectiva que te da la vista desde ella. No sé bien que es pero cada vez que la abro una sensación de tranquilidad se apodera de mí. Si a ella le sumamos la capacidad de mostrarte uno de los milagros más bellos de la naturaleza obtendremos una ecuación cuyo resultado es siempre de mi conveniencia.

Mi ventana es definitivamente la parte de la casa que más me gusta y uno de los lugares en los cuales paso más tiempo. Si miro a la izquierda veo las ventanas de otro edificio. Es increíble como a través de ellas se puede entender bastante la vida de las personas que viven en su interior. A la derecha se ven las copas de los árboles del parque. Es maravilloso ver como danzan al compas del viento en un día lluvioso. Abajo se ve a los niños jugar en el parque, sanos y vigorosos corren de un lado a otro disfrutando de cada momento, como si supieran que no va a ver otro igual.

A lo lejos se ve el mar de la costa montevideana. Sin lugar a duda una de las mejores características de mi ventana. En las mañanas no hay nada igual a la salida del sol sobre el mar. El reflejo de su luz sobre el agua junto con los primeros veleros y gaviotas fugitivas forman un espectáculo sin precedentes. En la noche la puesta de sol y las primeras luces de la ciudad junto con la partida de los primeros buques turísticos convergen en una fiesta donde la vida es el principal protagonista.

Mi ventana es de madera de roble y esta barnizada a color natural. Su amplia veneciana de cuatro hojas hasta el piso abren hacia adentro dejando al descubierto una baranda de hierro de algo más de un metro de altura. Por sobre ella cuelga una vieja cortina celeste cuyos animales estampados hacen alusión a la diversidad de vidas que me muestra a cada momento. Sus gruesos vidrios me alejan del mundo y me protegen del frio exterior cuando lo deseo. En ellos hay pegados algunos viejos adhesivos que le dan un colorido particular.

Mi ventana es la mejor parte de toda la casa. Cuando yo no estoy otros aprovechan las virtudes de ella. Tanto el gato como el perro se sientan a disfrutar de su vista como lo harían dos buenos amigos. Muchos de los más hermosos momentos de mi vida se dieron junto a esa ventana. El que más recuerdo es aquel en el cual pasamos toda la tarde con los pies colgando al vacio mientras las más variadas charlas se daban lugar ante la atenta mirada del vespertino sol de primavera.

Por mi ventana veo el mundo a mi manera y me muestro a él tal cual soy. A través de mi ventana me siento vivo junto a todas las personas que quiero y no hay dinero que hoy o mañana puedan apartarme de ella.



Posteado a las 15:00 del lunes, 22 de diciembre de 2008