Sus ojos miraron por última vez como sus pupilas se escondían detrás de las lágrimas. Su rostro se estremeció al sentir la calidez de sus manos mientras sus labios se rozaban suavemente al calor de la hoguera. El sonido del reloj acompañaba la melodía que las brasas tímidamente entonaban. Un calido silencio empapaba la habitación de futuros recuerdos mientras la luna observaba desde la ventana, incrédula y melancólica, como el calor de sus corazones secuestraba sus almas por un momento. Un suspiro rasga la quietud de la noche haciendo temblar las últimas llamas que, como pequeños curiosos, se negaban a retirarse de los últimos restos de madera.
Segundos después nada queda, solo un mundo entre sus manos, quietud en su mirada y una extraña expresión dibujada en su rostro. El viento vuelve a sacudir la cortina permitiendo que las estrellas iluminen sus desgastados rostros. La sangre reduce su agitado galopar mientras las voces de sus cabezas comienzan a gritar despavoridas. El olor a humo producido por las ultimas cenizas flota en el ambiente carcomiendo las entrañas del destino. Un frío viento entra ahora por la hendija de la ventana inundando la casa de recuerdos olvidados y momentos malgastados.
Nada importa ahora, solo el futuro, individual y único... y el recuerdo de un intento por llegar a ser lo que aquella vieja noche de otoño, tirados sobre el pasto, se prometieron mutuamente...
Posteado a las 2:10 del martes, 15 de octubre de 2008