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Otro fragmento de "Reflejos"

Tratando de hacer pasar el tiempo decidí entrar a aquel viejo café de la esquina. Una recia neblina y una densa humedad cubrían las calles de aquella gris mañana de julio. Empuje una de las viejas puertas y entre. Un olor a aceite quemado inundo mis sentidos, pero, antes de enfrentarme a la eventual lluvia de aquella mañana, decidí darle una oportunidad. Me pare frente al mostrador donde una señora, ya mayor, me atendió muy amablemente. Ordene un vaso de jugo de naranja y un par de medialunas que se dejaban ver por la vitrina.

Mientras esperaba fui a sentarme, lejos de la muchedumbre, en una vieja mesa situada donde la luz de las lámparas no llegaba con mucha fuerza. Las ventanas -adornadas por unas viejas pero bien cuidadas cortinas- llenaban de un gris resplandor el piso. Recuerdo haber pensado en lo bello que se vería aquel lugar un soleado día de invierno con el sol entrando por esos enormes ventanales mientras la gente entra y sale apresuradamente. Saque de mi mochila un pequeño libro que venia leyendo. Un libro que me significa mucho por quien me lo había regalado. Tome el marcador y retome donde había quedado.

Mientras leía me dispuse, como es mi costumbre, a observar a mi alrededor. Aunque no había mucha gente en ese momento pude notar que la mas variada clientela frecuentaban aquel lugar. En una de las mesas habían dos jóvenes estudiando, mas al centro del salón dos parejas charlando y por ultimo en la esquina diagonalmente opuesta a la que me encontraba había una señora de también bastante avanzada edad con una pequeña niña de no mas de 5 años.

Entre tanto ya habían llegado mis medialunas y, cuando me preparaba a saciar me descomunal apetito una de las parejas que se encontraban en la sala llamo mi atención. Ambos discutían acaloradamente tratando de disimular ante la gente. Trate de enfocarme en mi lectura pero no pude evitar sentir dolor cuando veo que el se retira indiferente dejándola llorando sola en aquella enorme y antigua mesa. No voy a negar que sentí un poco de rabia contra aquel acto pero por otro lado no tenia ni idea del motivo que lo llevo ha hacer eso por lo que trate de dejar de observar la situación y enfocarme en mi lectura. Minutos mas tarde la chica dejo un billete sobre la mesa, se seco sus lagrimas y se retiro del local.

Volví a retomar mi lectura mientras probaba el jugo de naranja. En ese momento las primeras gotas de lluvia se estrellaban contra el vidrio de las ventanas. Mire mi reloj y, como todavía quedaban varias horas para mi hora de entrada al trabajo, me perdí en recuerdos y memorias que bien saben traer consigo esas lluviosas mañanas de invierno.

Abstraído totalmente entre mis viajeros pensamientos no note que, no solo habían pasado ya casi hora y media, sino que también era la única alma en el local. Como entraba dentro de 30 minutos al trabajo y dado que estaba a pocas cuadras de él opte por dirigirme caminando lentamente para así poder hacer una buena digestión. La lluvia había cesado por lo que cerré el libro, no sin antes marcar en donde me había quedado, tome mis cosas y me dispuse a abandonar el lugar. Mientras me retiraba note un pequeño sobre con mi nombre en el reverso, estaba mojado y al parecer sellado. Dude un instante en tomarlo pero, dado que tenia mi nombre, lo guarde en el bolsillo trasero de mi pantalón y me dirigí a la salida.



Posteado a las 15:06 del martes, 19 de diciembre de 2008