... abrí las rejas y di un paso, todo era campo hasta donde se podía ver... viejos árboles y coloridas flores adornaban el paisaje... los gorriones revoloteaban en el cálido aire de la pradera mientras sus alegres cantos seducían mis oídos... A lo lejos, dibujando una fina línea gris en ese anaranjado cielo vespertino, se divisaba el humo de las chimeneas... Mas atrás, rasgando el horizonte y protegiendo la pequeña pero muy acogedora villa, estaba la basta cadena de montañas... esos gigantes de piedra que cautivan nuestra imaginación con sus picos helados y sus agrestes paisajes... las cuales habían sabido ser el escenario ideal para nuestros imaginarios juegos de primavera...
El sol, ahora escondido detrás de las montañas, apenas iluminaba el horizonte... un rojo fuerte era todo lo que dividía el cielo y la tierra mientras las primeras estrellas hacían su aparición en la cúspide del firmamento... Todo estaba tal cual como lo recordaba... las imágenes, los aromas... todo me trasportaba a mis años de infancia... Tantos años lejos de acá y aun así nada había cambiado... era como si el tiempo se hubiese olvidado del lugar donde nací y hubiese decidido conservarlo para mi...
Di otro paso y ,sin sacar la vista de aquel ombú, cerré el portón. Un ombú ubicado al costado de aquella pequeña casita de adobe que bien supo ser mi hogar de la niñez y que, en mas de una ocasión, supo ser el escondite perfecto... el portal a ese mundo que solo vivía en mi imaginación y al cual entraba cada vez que me sentía solo y aturdido... La luz, que tenuemente se proyectaba por la ventana, me hacia recordar a aquellos momentos en los que venia de la escuela pensando en la cena... en esa torta de carne que tanto me gusta o en los canelones de verdura que me alegraban el día entero mientras estaba en el colegio...
Impulsado por una fuerza desconocida avancé hasta mi viejo hogar... me sentía extrañamente liviano, como si pudiera volar. El suave pasto me llenaba de recuerdos: esos partidos de fútbol antes de ir a la escuela, esas carreras en bolsa, las escondidas, la mancha... y los viejos partidos de bolitas de los domingos. Todo se sentía como si hubiese sido ayer...
El cielo, ya cubierto por un mar de estrellas y una gigantesca y redonda luna, iluminaba mi camino... mi andar...
De pronto, casi sin darme cuenta, me encontré frente a la puerta de mi casa... era tal cual como la recordaba... excepto, quizás por el tamaño. Levante mi mano y golpeé la puerta y, en ese instante un escalofrío me inundo el cuerpo... como si algo estuviese mal...
Después de unos segundos mi padre abre la puerta y con una alegre pero a su vez triste sonrisa dice: "Bienvenido... te estábamos esperando hijo mío..."
El escalofrío se transformo en una mezcla entre miedo e desesperación... no sabia si reír o llorar, si abrazarlo o correr... "como es posible que estés acá si..." no me atreví a preguntarlo... pensé que era un sueño...
... De pronto todo cobro sentido... un flash de mi vida paso ante mis ojos y lo comprendí claramente... Aquel dolor en el pecho no se había ido de la noche a la mañana... no era posible...aquel dolor fue el que me trajo hasta acá... al lugar donde nací...al lugar donde la conocía a ella... al lugar donde vivían mis padres... al lugar en el que fui mas feliz... al lugar que él eligió para ser mi eterno paraíso...
Posted at en 14:46 on martes, 5 de agosto de 2008