Esta es la historia de un hombre que caminaba siempre con la vista en alto, con un porte elegante, bien vestido y siempre acompañado de una bella dama. Sentía que todos le tenían envidia por la vida que llevaba, quizás por su abultada cuenta bancaria, por su Chrisler Le Baron o simplemente por ser el poseedor de varias de las mas importantes empresas del medio. Lo cierto es que quizás muchos lo hacían, pero lo que no sabían es que a pesar de ser una persona importante y a la cual todos respetaban, el se sentía extremadamente miserable algunas veces. Acostumbraba encerrarse en su habitación a escuchar alguno de sus discos favoritos en su sofisticado sistema de sonido mientras lentamente aplacaba sus penas hablando con su compañero de amarguras... el cálido Sr. Jack Daniels. Muchas veces se despertaba, empapado en lágrimas, mientras el sonido a estática de los parlantes aplastaba sus atontados sentidos. Casi siempre, luego de recordar como había llegado allí, se dirigía al baño a ducharse con la esperanza de desprenderse de aquellos resecos dolores de cabeza. Pasaba horas bajo la fría mirada de la ducha tratando de recobrar la postura que todos admiraban, borrando las voces del pasado y mitigando sus ansias de desaparecer de la vista del mundo.
Un buen día mientras caminaba por el hall principal de su millonaria compañía de seguros, se percato de la presencia de una delgada y pequeña niña. Estaba sentada sobre uno de los miles de escritorios que adornaban aquel basto cementerio de ilusiones. Sus miradas se cruzaron por un segundo mientras ella jugaba con sus pequeñas piernitas. Una ola de calor invadió su cuerpo forzándolo a detener su indiferente paso. De pronto una delicada voz proveniente de su derecha rompe el encanto: "Discúlpeme señor, estaba con mucha fiebre hoy de mañana y no tenia con quien dejarla..." El volteo a su derecha y la miro con esa mirada que le dan los padres a sus hijos cuando los descubren en una mentira... "Es su hija, señorita..." - pregunto él con su desgastada pero intimidante voz. "Mc Kennath" – responde ella... "Si, es mi hija..." continúa "Sabe muy bien que no esta permitido concurrir con familiares a mi compañía" La joven lo mira con desdén mientras le responde: "Es que no tenia con quien dejarla y ..." "Muy bien, no hay inconveniente" la interrumpe mientras retoma su andar. Detrás de él todos sus consejeros lo imitaron.
Ella, cargada con varios papeles, vuelve a su escritorio y disimuladamente palpa la frente de la niña con la palma de su mano. "Te tdaje pdobemas mami...?" pregunta ella. "No, ninguno hija mía..." responde mientras vuelve a su puesto de trabajo.
Las horas pasaban lentas mientras ella seguía con sus obligaciones. La noche comenzaba a teñir las ventanas de negro mientras las últimas personas se despedían de ella a medida que cruzaban frente a su escritorio. Casi sin darse cuenta levanta su vista y, mientras acomoda sus lentes, observa que el reloj marca las 11 de la noche. Observa a su alrededor y ve que su hija duerme apacible sobre el escritorio contiguo. Vuelve a observar el reloj y, después de unos pocos segundos, comienza a acomodar la gran pila de papeles que habitaban sobre la mesa. Guarda sus lapiceras en el primer cajón de su escritorio, apaga la portátil, toma a su hija en brazos y se retira.
Mientras avanzaba hacia su vehículo (un muy cuidado Toyota del 81) su hija habla dormida: "bang, bang, bang..." dice. Natalie, sobresaltada por tal acción detiene su paso inmediatamente y observa el rostro de Judith en busca de alguna explicación. Al notar que sigue durmiendo abre la puerta trasera del vehículo y la acuesta suavemente.
Al otro día, al llegar a su lugar de trabajo, se encuentra con una gran multitud de gente aglomerada en la puerta. Al ser una empresa tan importante Natalie no da mucha importancia a tal evento dado que no era la primera vez que pasaba. Al llegar a su escritorio y, antes de poder hacer nada, Nora Worman, una mujer mayor y buena amiga de Natalie, la sorprende arrojando sobre su escritorio la portada del diario local "News". En él se podía leer en grandes letras: "IMPORTANTE EMPRESARIO ES ASESINADO". Sin dar crédito a lo que veía, y luego de observar la foto de su jefe ubicada a la izquierda del texto, continuó leyendo: "Norman Wilkinson, uno de los hombres mas poderosos del país, es asesinado de tres disparos en el pecho. Según el forense Ernest McGuilligan la hora de la disfunción fue aproximadamente 11:15 de la noche de ayer."
Un escalofrío recorrió la espalda de Natalie, sobre todo después de recordar la "frase" que su hija había pronunciado entre sueños (casi a la misma hora en que Wilkinson dejaba de existir). "La forma en que el asesino irrumpió en su casa es otro gran misterio" - continuaba el diario - "En el momento de ser encontrado su cuerpo las puertas estaban cerradas por dentro y ninguno de los casi 70 porteros del apartamento de Wilkinson había visto entrar a nadie."
Posteado a las 15:13 del viernes, 19 de diciembre de 2008