Enciende una vela por cada lágrima que derramaste y otra por cada lágrima que hiciste derramar. Escribe en un papel todos tus miedos, abre tu ventana y lánzalos al cielo. Deja que la luna y las estrellas los atrapen y los guarden lejos de tu corazón. Respira hondo y pídeles un deseo, pero no cualquier deseo, solo aquel que nació contigo y que llena tu alma. Cierra tus ojos, piensa en tu familia, en tus amigos, en las risas compartidas, en los buenos momentos y en los que quedan por venir y guárdalos bien adentro. Sopla con fuerza la llama de las lágrimas. Mírame a los ojos, cuéntame un cuento en el cual estemos solos tú y yo. Verás que la luz ahora es mucho más intensa. Déjame encerrarte entre mis brazos, sentir tu cariño, tu calor. Déjame esconderme entre tus besos. Déjame acariciarte mientras tus palabras dibujan mis sueños. Déjame amarte como si fuese el último día de nuestras vidas. Deja volar tu imaginación, deja aflorar esa sonrisa. Porque solo así podrás dejarme vivir por siempre en tu corazón...
Posteado a las 10:25 del martes, 14 de octubre de 2008