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Llaves y compuertas

Hacía tiempo que se había olvidado de aquella sensación. Esa sensación que se tiene cuando se está delante de algo sagrado. Lo que más le llamaba la atención es pensar en “todo eso” que queda guardado en alguna parte de nuestro corazón para ser llamado apenas se necesite. Decía que había “llaves” que abren esa compuertita en nuestra alma y que hace que salgan todos los impulsos necesarios para que nosotros revivamos momentos que pensamos haber olvidado.

Hoy pienso que tiene razón, pero que no solamente se aplica a las cosas que a uno le son “sagradas” sino con cualquier objeto, olor o sonido que nos haga recordar un momento anterior. Es como si tuviésemos la cualidad de viajar en el tiempo pero manteniendo nuestro cuerpo actual. Todas las piezas se juntan para que nos ubiquemos en nuestro cuerpo varios años atrás; pero sabiendo que no estamos allí. Realmente es una sensación maravillosa. Te puede hacer reír o llorar, pero por sobre todo… te puede hacer cambiar el rumbo de tus decisiones… y, por lo tanto, de tu vida.

También decía que somos una de las maquinas más increíbles que conoce. Que nada se compara con nosotros, sin importar el tiempo en que nos ubiquemos y el avance tecnológico que tengamos en ese momento. Decía que no hay computadora más grande que nosotros mismos, que no hay procesador más avanzado que nuestro cerebro. También decía que teníamos un disco duro infinito (el cual sería nuestro corazón) y en el que guardamos todos los momentos de nuestra vida. Decía que tenemos una cantidad de memoria muy superior al de la mejor computadora y que no hay tarjetas de video o sonido que se comparen con nuestros ojos y oídos. Pero por sobre todo – decía – tenemos la cualidad de elegir quien queremos ser y como gobernar nuestra propia existencia (a diferencia de todos los equipos que jamás nunca se crearan).

Me acuerdo que me parecía una idea increíble, un poco loca, pero increíble. Me parecía maravilloso como nos comparaba con una maquina (tan maravilloso me parecía que le reprochaba que nos comparara con un PC). También recuerdo que imaginaba como seria si algún día si hubiese alguna máquina capaz de tener las mismas cualidades que nosotros. Recuerdo que filosofaba acerca de si esos “equipos” tan sofisticados deberían ser considerados maquinas.

Me acuerdo que se maravillaba pensando en las similitudes que tenemos con las cosas. Decía que tiene mucho sentido esta “similitud” entre las maquinas y nosotros dado que nuestras ideas (creaciones) tienen que salir de algún lado y que mejor que de nosotros mismos.

Recuerdo que también decía que si bien tenemos mucho mejores “componentes” que los PC también tenemos mucho “mejores” problemas que los PC. Nuestros virus no se solucionan siempre con un antivirus o cambiando algunas piezas (aunque a veces si). Recuerdo que me comentaba que, al igual que algunos virus pueden borrar todo un disco duro o inutilizar una memoria, también hay enfermedades que hacen precisamente lo mismo y que una de las mejores soluciones (o prevenciones) era mantenerse “al día” dado que, de otra manera, nos volveríamos obsoletos (al menos ante los ojos de los “nuevos”).

Es cierto, esto de las “compuertas” y de las “llaves” es algo maravilloso. Hoy me gustaría preguntarle que parte de un PC vendría a ser la imaginación, el humor, las ideas. Como se representa en un equipo el odio, la ironía, el amor… Si bien creo saber que me respondería, igual me gustaría preguntarle…

Y si, esto de las “compuertas” y de las “llaves” es algo maravilloso.



Posteado a las 15:04 del lunes, 22 de diciembre de 2008